Por: Lissette Selman
Ser periodista es asumir el compromiso de la veracidad, el coraje de la investigación, la valentía de la denuncia, la serenidad de la objetividad, con la sensibilidad para afrontar la injusticia y la integridad para no abandonar la trinchera de los valores y la Ètica.
Es posible que bajo estas condiciones el camino se haga más largo, más angosto y quizás hasta más escarpado; pero andarlo refuerza la templanza y fortalece la voluntad, sobre todo cuando nunca se pierde de vista el horizonte hacia el que se quiere llegar.
No hablo de un ser extraño; me refiero a uno de esos pocos que abrazó la causa al formarse en este oficio para multiplicar los sensores de su espíritu, el mismo que vibra con la sencillez de una sonrisa, la inocencia de un niño, el estoicismo de un maestro rural o la contundencia de las palabras, escritas en prosa o construyendo un poema.
Hablo de uno de esos pocos que plasma por igual el rigor de una imagen en una fotografÌa, para que hable por siempre cuanto las desigualdades le fuerzan a callar.
Hablo, sencillamente, de Vianco Martínez , el nombre de un hombre que cree en quien es, que viste de Ètica su sagrado ejercicio y que a pesar de la crudeza de cuanto ha visto en los más desolados rincones del país, aun se da el permiso de soñar con una humanidad más justa y un país menos desigual.
Hablo del mismo que nació en San Cristóbal y estudió Comunicación Social en la Universidad Autónoma de Santo Domingo. Vianco no es un periodista cualquiera, periodismo científico, Comunicación en Salud y Periodismo de Provincias los estudió en Venezuela, Colombia y Cuba, respectivamente.
Sus artículos pueden ser exquisitas piezas de colección sólo para personas sensibles. Sus fotografías han protagonizado exposiciones, informes y publicaciones de organismos internacionales; pero también han sido premiadas, como la llamada Dignidad en la Cordillera, primer premio del concurso Crónicas de Libertad, organizado por Diario Libre en el año 2007.
Pocos como Èl conocen la inmensidad del campo dominicano y la simpleza y sabidurÌa de su gente; la misma que dispensa a cuantos le tratan, aunque sea cierto también que no tantos como Èl hayan tenido que afrontar despidos laborales e intentos de humillaciones por no sumarse a intrigas o desatinos.
Felizmente, porque el movimiento se demuestra andando, Vianco es un hombre de hechos, y tras cada una de esas circunstancias da un paso al frente, como lo hacen quienes defienden el valor de lo simple, el valor de lo honesto.
En su libro Palabras Ajenas, comparte con sus lectores la experiencia de más de una decena de entrevistas con escritores iberoamericanos; porque en su andar, cada encuentro con un personaje es una nueva puerta hacia el corazón de cada uno de ellos, excepto la que apenas se entreabrió pero para darle con fuerza, y no precisamente en la nariz, cuando quiso entrevistar al cantautor canario pedro Guerra.
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