jueves, 24 de julio de 2008

El río se va a morir de indolencia

Por una cosa o la otra el río Yuna se muere. Medio Ambiente no lo ha tomado en serio y muchos en Bonao quieren repartirse el pastel de sus agregados, de sus aguas o del capital político que conlleva dar discursos grandilocuentes sobre proyectos para salvar el río de manera sostenible y sustentable. Amén.

Si con los daños que sufre el Yuna se sigue el curso de análisis, propuesta y acción que se acostumbra para enfrentar todos los grandes problemas nacionales, cuando se quiera aplicar alguna solución, el río será un recuerdo y sólo se podrá hacer un monumento al buen Yuna que hemos perdido. Por supuesto, un periodista también hará un bello reportaje nostálgico sobre lo que pudo ser.

Supongo que pasarán cinco años antes de que se tome alguna decisión. Un año después, habrá un grupo de “discusiones sectoriales” sobre las nuevas corrientes ambientales en el contexto dominicano y la opinión de todo el que tenga algo que decir, incluyendo a quienes han violado todas las leyes ambientales del país (Dos años de retórica).

Más adelante se le pagarán “todos los cuartos del mundo más 20 pesos” a un técnico súper calificado para que haga una memoria y una evaluación de los encuentros. Un desperdicio, porque el técnico debería estar trabajando para mejorar el río y ese informe lo hago hasta yo.

Como es lógico, otro grupo de genios hará un informe técnico en base al informe anterior que dirá más o menos lo que dicen todos los informes que se han hecho desde los años 70, pero adaptado a las nuevas corrientes, algunas de las cuales son más viejas que la raquiña. El susodicho documento estará escrito en una jerga técnica que habrá que traducir al cristiano con el auxilio de 20 enciclopedias.

El informe será analizado por cuchumil personas, incluyendo a los más terribles depredadores. Intervendrá el mismo presidente de la República para “mediar en el conflicto” y buscar una solución ganar ganar, al mejor estilo Harvard. Finalmente se hará una propuesta de normativa y algunas recomendaciones, entre ellas ¡que se aplique la ley vigente!

Dos años después algún periódico publicará un reportaje en el que se denuncia que no se cumplieron con las recomendaciones de los técnicos.

Cinco años después, ya saben… el reportaje nostálgico sobre el río que se perdió para siempre en una sección de lecturas, en la página cuchucienta, lejos, bien lejos de la actualidad.

sábado, 19 de julio de 2008

Los mundos que me ha recordado Pedro Henríquez Ureña



La Chachalaca y El Pelón me han invitado a hablar con las ranas, a comer montañas de nieve y a recordar un tiempo en el que se podía ir a la luna en pompas de jabón, con sólo desear meterse en la burbuja. En ese entonces, el cielo estaba al final de una calle corta, pero separado del mundo por una pared de zinc que dos ángeles traviesos se atrevieron a poner allí por pura y cruel diversión. ¡La niñez!

Don Yo de Córdoba, un duende más loco que una cabra, se llevó a los niños a un país de gente de dulce, donde quedaron atrapados por semanas. Para colmo, cuatro brujas los han raptado para convertirlos en esclavos, ¡qué horror! Gracias a Dios, a Júpiter o a las hadas La Chachalaca es perezosa y con tal de no trabajar se hace la enferma. A las brujas no les ha quedado más remedio que trabajar como burras, alimentarla y mimarla como a una princesa. El Pelón, pobrecito, tan serio, trabaja hasta partirse el lomo. 1

¿Cuándo aparecerá don Yo de Córdoba para regresarlos a casa? Cuando a Pedro Henríquez Ureña le de la gana o tal vez es el duende que toma las decisiones. ¡Qué buen descubrimiento he hecho en las Obras Completas del respetable autor!

Los Cuentos de la Nana Lupe, 15 narraciones que Henríquez Ureña le dedica a sus hijas son, para mí que no soy seria, la mejor parte de esta colección. Sus cultos poemas, sus sobrios estudios sobre lingüística, sus sesudos trabajos filosóficos me han servido para ampliar horizontes, ser un poco menos ignorante o de referencia para hacer un trabajo académico e impresionar a un profesor con citas interesantes y grandiosas conclusiones de engañabobos.

Pero, durante todo un fin de semana, recorrí con La Chachalaca y El Pelón los países y lugares donde los aviones no llegan y de los que los diarios no tienen noticias. Sitios a los cuales muchos grandes académicos no irán jamás. Ahora soy tan amiga de estos tres, que hasta les invité a subir en una pompa de jabón para visitar la luna y tocar, por fin, el cielo. Sola, nunca me he atrevido, pero ahora tengo tres amigos que están más locos que yo. Los ángeles traviesos no me dan miedo, si ando con el duende Don Yo de Córdoba. Quiero conocerlos y morirme de la risa.

1. Del argumento de En Jauja y Con Las Brujas, dos narraciones de “Los Cuentos de la Nana Lupe”. P.89. Obras Completas, Tomo I, FICCION, Editora Nacional (Secretaría de Cultura), 2003.

Imagen de Wikimedia.
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sábado, 12 de julio de 2008

Busco a las amigas de la niñez





Entre los novios, los empleos y los olvidos, se nos ha ido el tiempo y ese espacio, como decirles, ese espacio encantador que sólo es posible con las amigas de infancia, cuando los príncipes pueden ser azules, verdes o amarillos, porque todavía no hemos aprendido bien el cuento y tenemos la oportunidad de reconstruirlo, de inventarlo o de olvidarlo por completo.

Quisiera recuperarlas y olvidar que este tiempo ha pasado sin ellas. Sólo juntarnos en una casa que ya no existe, una casa de madera protegida por un árbol de cerezas agrias, donde muchas veces fui feliz. Quiero esperarlas y verlas llegar, cada una como era. Ver a mi comadre de muñecas con su aire de Diosa cruzar la única calle mágica de este país, la calle Mella de un pueblecito que queda donde el mundo empieza y no termina nunca, y ver a una flaca bellísima con los libros bajo el brazo ¿seguirá cargando los libros a todas partes?

¿Cómo será el encuentro? Tal vez nos reconoceremos a pesar de todo, tal vez no hemos cambiado tanto. Iremos sin maquillaje, amantes, novios, esposos o soledades. No hablaremos sobre el trabajo, los despidos o los ascensos. No guardaremos las poses sobre felicidad y decencia de mujeres que ya deben ser damas. No, sólo iremos para encontrarnos tal como éramos, tal como somos o tal como nunca volveremos a ser.

P.D. El tiempo me ha regalado amigas encantadoras, pero hay un mundo que sólo existe con las de la niñez.

Canta Ana Belén, pero ¿quién es el compositor o la compositora?

martes, 1 de julio de 2008

¡Geografía urgente por favor!




He tenido un momento de luz y lo he comprendido: a nosotros, ciudadanos de República Dominicana, nos hace falta una clase colectiva de geografía práctica, con un paseo por nuestros mundos azules y verdes.
Tanta apatía, tanto tirar basura en la calle, tiene una razón de ser. La mayoría, por la pobreza o por la ignorancia no conoce la belleza que le rodea en este país tan pequeñito.
Así que como no saben lo hermosa que es su casa grande, no la cuidan, ni les importa que unas tortugas se acaben, que un río de Jarabacoa se agote o que alguna playa se convierta, por obra y gracia del dinero de alguien, en un espacio privado, reservado a ciertos dioses sin contacto con vendedores ambulantes que le acerquen a la realidad.
Entonces, he llegado a la conclusión de que en realidad necesitamos clases colectivas de geografía más que de ciudadanía y de moral y cívica. ¿Se imaginan la cara que pondrían los muchachos de una banda de cualquier barrio caliente, criados entre las cañadas de su sector y la avenida Duarte con París, al conocer ¡la isla Saona!? He hablado con muchos “tígueres” y muchachos buenos de Capotillo que no han salido nunca de la Capital y algunos han dado el salto de su barrio a un gheto de Nueva York, la provincia 33.
Por su país también hay que pasear a los jevitos de clase media que se miran el ombligo y piensan que aquí todo termina entre la avenida Abraham Lincoln del exclusivo Polígono Central y el “Resort”. Y, por supuesto, hay que incluir a los viejos gordos de clase media que tiran basura desde la “yipeta” por la que se han alquilado la vida. Tal vez han ido a Europa pero no saben, como yo, que hay en Montecristi un árbol llamado “lipia” por los campesinos que huele, como describirlo, huele como sabe un dulce de leche banilejo a las tres de la tarde, después de comerse un moro con coco.
Foto cortesía del maravilloso Orlando Ramos