domingo, 31 de agosto de 2008

Ayudemos a los solidarios

Sé que recuerdas a José, “el hombre con el hilo de la cordura roto que andaba enfermo de indiferencia y triste por falta de solidaridad”. Sabes también que un grupo de vecinos de Villa Duarte le ayudó y gracias a ellos tiene una mejor vida.

Bueno, si quieres contribuir con esa obra de solidaridad, puedes donar un medicamento que José necesita para andar por la realidad. Cuesta RD$500 al mes, pero lo ideal es conseguir varias dosis, en vez del dinero. Creo que apoyando a José, apoyamos a estos vecinos y les decimos que el bien es posible.

Si puedes donar el medicamento, o tal vez gestionarlo en una institución pública, ponte en contacto con Jit Manuel Castillo al correo manuel.jit@gmail.com o al celular 829 962 1874. Si quieres más detalles entonces escríbeme al correo riamnymendez12@gmail.com. Salud Pública entrega algunos medicamentos psiquiátricos, pero, no todos están disponibles.

Por otro lado, te cuento una buena noticia. Estábamos preocupados porque José se iba a quedar sin casa. Su hogar será destruido para dar paso a una construcción. Sin embargo, gracias a muchas manos solidarias se ha resuelto parcialmente el problema de la vivienda y ya le están construyendo un nuevo rincón. Poco a poco recupera su vida gracias a terapias. Varios vecinos se turnan para llevarle al médico. Si la vida quiere, tal vez vuelva a trabajar. Apoyemos a José y probemos que la solidaridad hace posible la dignidad de las personas.

Gracias, señores radicales



Dedicado a mi gran amigo Vianco Martínez

¿Radical, yo? Respondí asombrada cuando alguien me señaló con el adjetivo mágico que en un país de anestesiados sirve para descalificar a todo el que ose reclamar de manera efectiva un derecho o no se sume a la manada.

¿Radical, yo? No, no creo. Si fuera radical habría lanzado una bomba sobre las oficinas de las compañías distribuidoras de electricidad que me cobran los apagones y para colmo, me hacen esperar durante 20 minutos si quiero reportar una avería.

No señores, soy moderada, moderadísima, casi más que el resto. Conciliadora y pacifista, hasta dónde puedo verme. En República Dominica es fácil ser considerado radical. Basta con tener un poco de decencia, otro poco de respeto al prójimo y ganas de reclamar los derechos.

En las empresas detestan a los radicales que se atreven a contradecir al jefe en asuntos tan estratégicos como ¡la esquina donde debe ir el florero! ¡Con razón son tan buenos los índices de competitividad de las empresas públicas y privadas de un país que no admite la libre confrontación de ideas!

Lo admitido es la verborrea, la adulación y las poses de radicales que a la hora de la verdad son tan moderados que sorprenden a los moderados habituales.

Radical es el empleado que exige un derecho, el consumidor que reclama un peso a la cajera, el ciudadano que pide buen trato en una oficina pública y que se niega a sobornar al burócrata de turno. Radical es quien mantiene una idea por más de 24 horas…

Pero, no hay de qué preocuparse. Radicales en República Dominicana (de cualquier tendencia) hay pocos. Nuestras ideas no son tan fuertes como para que un cargo no pueda comprarlas. Además, somos personas de bien…no queremos problemas. Por mantener la paz estamos dispuestos a dejarle el dinero a los supermercados, a soportar los apagones y a morirnos por falta de una aspirina en el hospital, si fuera preciso. ¡Si sobrevivimos, ya tendremos tiempo de tumbar al Gobierno en el colmadón!

Y sin embargo, yo, perteneciente al grupo de los moderados habituales, quiero dar gracias a ciertos radicales:
A radicales de ayer que dejaron el pellejo para que hoy tengamos al menos hospitales donde caernos muertos. A radicales de hoy que pelean solos por las causas que nos benefician a todos o que reclaman sus derechos y sientan un precedente.

Entre ellos quiero agradecer particularmente a un colega que le ha probado a los dueños del mundo que el dinero no es la medida de todas las cosas y que hay derrotas que son grandes victorias. Gracias Vianco.

Imagen: "Expulsión de los mercaderes del templo, según la interpretación de Giotto (siglos XIII-XIV)". Wikipedia.org

viernes, 29 de agosto de 2008

Verán la cara al Fiscal del Distrito

SANTO DOMINGO.- Rafael Vargas, gerente general de la empresa de Seguridad Centaurus Group, junto a Josué Vargas tendrán que verle la cara al Fiscal del Distrito el próximo martes por su agresión al periodista Vianco Martínez.
La cita está previsto para las 9:30 de la mañana del martes, dónde tendrán que responder por los maltratos físicos contra Martínez y la destrucción de su equipos de trabajo.
El periodista dijo que Josue Vargas fue quien sostuvo a Martínez por el cuello, “me estaba ahorcando y me saco de la silla y me arrastro con los brazos retorcidos, bajo las ordenes del otro espaldero Rafael Vargas”.
Vianco Martínez denuncio que fue sacado violentamente y atropellado por los miembros de la seguridad del concierto de Pedro Guerra, cuando esperaba para entrevistar pactada con el artista.

El Sindicato Nacional de Trabajadores de la Prensa y el Colegio Dominicano de Periodistas deploran la agresión al periodista Vianco Martínez y piden a sus colegas que lo respalden.

martes, 26 de agosto de 2008

Vianco escribe sobre el incidente

Siendo las cuatro de la tarde del sábado 23 de agosto, me dirigí al hotel Hilton, donde se encontraba el cantautor Pedro Guerra. Lo encontré en el área del lobby junto a su esposa y manager de nombre Maria. Después de explicarle el interés de que me concediera una entrevista, Guerra me propuso que fuera al Teatro Nacional para hacerla, debido a que acababa de llegar del aeropuerto, procedente de Costa Rica e iba a descansar.

Según lo conversado, llegué a las siete al Teatro Nacional. Ya en la Sala Principal encontré que Luz García realizaba una entrevista con el cantante y me senté a un lado de la sala a esperar. Converse en ese momento con la esposa y manager del artista, quien me pidió que esperara un momento a que el artista terminara la entrevista e hiciera el chequeo de sonido. Le dije a la señora Maria que tenia mucho interés en la entrevista, pero que si las cosas se complicaban con el tiempo y no se podía realizar, lo entendería.

Cuando Guerra terminó la entrevista, salio del área de la sillería, momento en que, ya junto a el, la señora Maria me hizo una seña para que esperara. Así lo hice. Minutos después llego hasta mí un sujeto que se identifico como Jefe de Seguridad del Teatro y de nombre Rafael Vargas. (Después me entere que no era personal del Teatro Nacional, sino un espaldero con pistola de Centauro Segurity Group contratado por Symon Díaz).

Me pregunto en tono violento que buscaba sentado allí y le conté la historia de la entrevista. No me dejo hablar. Cada vez que trataba de explicarle el asunto, me interrumpía en tono violento. Le pedí que no se alterara para resolver la situación. Me respondió que no estaba alterado, pero esa respuesta me la dio mas alterado aun. Le dije que iba a llamar a Symon Díaz para que resolviera la situación, lo cual hice tres veces, pero no me respondió. Le dije que iba a llamar a alguien mas, a una persona que conoce a al sr. Symon Díaz y que podía ayudar a poner fin a la situación. Cuando la contacte, le pase el teléfono a Rafal Vargas, pero lo que hizo fue coger el teléfono, cerrarlo violentamente, lanzando una colección de improperios entre los cuales el mas decente era "tu lo que eres es un comemierda". Es posible que tu navegador no permita visualizar esta imagen.

Me dijo que los periodistas estaban prohibidos en ese lugar y que él, como Jefe de Seguridad, iba a hacer valer "como sea" esa prohibición. Le recordé que allí, minutos antes, había una comunicadora realizando una entrevista, lo cual vi que hizo con mucho profesionalismo. Fue entontes cuando me dijo que el me iba a sacar de alli a patadas.

Procedió a llamar por la radio a otro miembro de la seguridad (Josué Vargas), quien vino en un tono más agresivo aun. Sin mediar muchas palabras, tras recibir la orden de Rafael Vargas, me agarro por el cuello en tono violento, y con mucha violencia me paro del asiento, me saco al pasillo de la sala y allí, con su mano derecha apretándome por la nuca y retorciéndome el brazo izquierdo sobre la espalda, me arrastro como un animal desde la sillería de la sala, hasta la puerta del parqueo que da a la calle Pedro Henríquez Ureña.

En el trayecto, pasamos por una parte de la recepción y por el pasillo del lado que da a esa puerta, todo eso en forma violenta.

Imagínense el triste espectáculo de Vianco Martínez arrastrado como un perro por estos sujetos a la fuerza delante de la gente que llegaba al concierto. Sólo imagínenselo!

Nunca podemos olvidar que lo único que yo buscaba era una entrevista, la cual había coordinado debidamente. Yo no estaba allí haciendo nada indebido, nada ilegal, yo no estaba robando, no estaba maltratando a nadie, no le estaba faltando a nadie, no estaba alterando el orden.

Es muy triste todo lo que sucedió el sábado, toda la humillación, todo el ultraje, todo el maltrato físico!

El día mas triste de este país va a ser el día que un periodista no pueda realizar una entrevista con garantías de que no sera pateado ni ultrajado por espalderos con pistolas.

Como nota paradoja, la mañana de ese mismo día realice una interesante entrevista al renombrado músico cubano Paquito D Rivera –que es un caballero tratando a los periodistas que quieren escuchar su historia-, y por hacerla nadie me fue encima, nadie me humillo ni me arrastro ni pateo.

lunes, 25 de agosto de 2008

Lo que pasó en el Teatro Nacional

Por Yulendys Jorge

Vianco Martínez, periodista dominicano, se enteró hace un mes de que el cantautor Pedro Guerra estaría en República Dominicana. Tan pronto lo supo, comenzó a gestionar una entrevista que incluiría en un libro sobre este género y para el cual ya cuenta con varios cuestionarios que han tenido mejor fin que lo ocurrido la noche del sábado 23 de agosto en el Teatro Nacional.

Seguir leyendo: http://www.respiroquieto.blogspot.com

domingo, 24 de agosto de 2008

Someterán a la justicia caso Vianco Martínez

El Sindicato Nacional de Trabajadores de la Prensa someterá a la justicia a los miembros que ofrecían seguridad al artista Pedro Guerra, quienes la noche del sábado 23 agredieron al periodista Vianco Martínez, agarrándolo por el cuello, golpeándolo a patadas y trompadas, y arrastraron hasta sacarlo del Teatro Nacional, además de que estrellaron contra el suelo su grabador y celular.

Vianco esperaba a Guerra, cuya esposa “María”, le había pedido que esperara un momento en ese lugar para otorgarle una entrevista. Esta entrevista había sido pautada el mismo día a las cuatro de la tarde en el hotel donde los esposos españoles se hospedaban. Alrededor de la las 7:00 p.m., en el momento de la espera, un señor llamado Rafael Vargas quien especificó trabajar para el empresario artístico Symon Díaz, el pidió que se retirara, amenazándolo que si no lo hacía “lo sacaría a patadas”. Y así lo hizo otro sujeto por orden de Vargas, enfrente de las pesonas que se encontraban en la antesala del Teatro Nacional.

Mañana lunes 25 de agosto, el Sindicato someterá a la justicia a los responsables para lo cual ha puesto en sobre aviso a sus abogados. Los trabajadores de la prensa consideran el hecho como “una violación a los derechos fundamentales de la persona”.

Fuente: www.respiroquieto.blogspot.com

miércoles, 20 de agosto de 2008

El PODER siempre pierde


(Me perdonan este intento de literatura con reminiscencias de Kafka, a propósito de cambios)

Si tienes PODER, lo perderás. No importa si diriges el centro del imperio o la última esquina del último rincón gris, le dijo el anciano al joven jefe.

Si dominas el PODER, al final tendrás paz. Si el PODER te domina, los demonios de la soledad te comerán los huesos mientras se pudre tu carne, sermoneó el viejo sabio, mientras entregaba el despacho a su nuevo inquilino.

El joven, dios de dioses, se instaló en su oficina de oropel y desde allí dirigió el reino que le fue entregado: un mundo enorme se concentraba en el despacho grande que a él le pareció infinito.

Hizo grandes cosas y, todopoderoso al fin, escogió su camino a una gloria inventada.
Dirigía a un equipo de poetas que construía la felicidad. Para sentir que usaba el PODER, poco a poco les quitó el alma o los mandó a sacar de su Paraíso. En su mundo era el rey de un imperio.

Cuando llegaron las primeras arrugas, los Dioses Fuertes le pidieron que se bañara en el barro, que besara sus pasos y que se arrancara el alma y la paseara en una bandeja de plata. Todo lo hizo y todo lo entregó quien había perdido las razones de su corazón.

Sólo le quedaba la ilusión del PODER y a la ilusión se aferró. Los Dioses Fuertes le humillaban y ya no le quedaba ningún poeta a quien mandar. Unos se habían ido, a otros los había echado y unos cuantos permanecieron, ya sin alma, dispuestos a obedecerle en todo, así que no usaba la autoridad.

Los Dioses Fuertes decidieron, un buen día, echarlo del despacho inmenso y terminar con su cuota de PODER, pero él les pidió que lo mantuvieran allí, al menos para hacer los trabajos más sucios con tal de que le llamaran dios de dioses.

Asqueados, los Dioses Fuertes accedieron. Le concedieron el despacho con las paredes de oro, el celular blackberry, la computadora de último modelo y las villas impresionantes. Todo le dieron, menos lo único que le hacía feliz.

Vegetó algunos años, hasta que las almas de los poetas destrozados le hicieron orificios en su carne y le comieron los huesos. Al final, vuelto una goma, pidió que lo sacaran de su oficina e hizo su único acto de valor. Acudió donde uno de los Dioses Fuertes para decirle que recordara que el poder siempre pierde…
Imagen: http://redescolar.ilce.edu.mx/

sábado, 16 de agosto de 2008

¿Y si por esta vez no dejamos que muera la esperanza?


En febrero escribí sobre José, un hombre con el hilo de la cordura roto que andaba enfermo de indiferencia y triste por falta de solidaridad. José dormía en cualquier rincón, comía restos de basura y no contaba con asistencia médica.

Pero las doñas y los dones del barrio, junto a un cura, lo llevaron al hospital, le ayudaron con su tratamiento psiquiátrico y gestionaron una pequeña casa para que José fuera uno más en la comunidad. Las doñas le lavan la ropa, le llevan comida y sobre todo, le quieren. Poco a poco, la gente se ha acostumbrado al nuevo vecino.

Ahora José y sus amigos tienen una dificultad. José se va a quedar sin casa, porque su hogar era prestado. Será derribado para dar paso a una construcción. Me pregunto si alguien o si todos-incluyendo a las autoridades- podemos contribuir con algo para que no muera esta esperanza. La solidaridad es tan frágil como la cordura. Tal vez podemos ayudar a que en esta ocasión, ninguna de las dos se rompa. Quizá es hora de decirle a las doñas, a los dones, al cura y a José que no han perdido el juicio, que es cierto, que la solidaridad es posible.

Si se te ocurre alguna manera de ayudar, escribe a este correo manuel.jit@gmail.com. La persona a contactar es Jit Manuel Castillo.

Imagen del Centro Poveda

domingo, 10 de agosto de 2008

La privacidad, ese sagrado derecho

Me aterran las cámaras de seguridad. Son demasiado entrometidos esos aparatitos que todo lo graban en el trabajo, en la fila del banco y en las instituciones públicas que debo visitar.

Es una crueldad que registren el momento en el que- aprovechando la distracción del grupo- te hurgas la nariz o te rascas las nalgas.

En algunas ciudades del mundo existen cámaras en las calles. ¡Graban los besos de los enamorados y las manías más embarazosas de la gente! El anonimato de las esquinas ya no libera a los ciudadanos. A cambio de darles “seguridad”, les quitan privacidad.

Nos pueden intervenir el teléfono o leer la correspondencia que cite las penas más intimas- como en Estados Unidos- para justificar la “lucha contra el terrorismo”.

Insoportable es esta paranoia en cualquier lugar, pero Santo Domingo seria asfixiante con tanta vigilancia.

El atentado contra la privacidad estaría por todos lados, en una cultura que acompaña la solidaridad y el genuino interés en los demás, con la manía de entrometerse y comentar los detalles mas privados de la vida ajena.

Aquí los vecinos observan y conocen al dedillo los pleitos de familia y las desavenencias de las parejas.

Los amigos pueden hacer un panel sobre tus más profundas heridas-con especulaciones que espantan-, la familia comenta tu vida privada en animadas tertulias, sin que nadie se sonroje. Y las preguntas indiscretas de conocidos y extraños sobre tu vida sexual, tus tristezas, tus vicios y tus opciones de vida son más frecuentes que las críticas contra el Gobierno. (Creo que hemos aprendido a defendernos del bombardeo con respuestas simpáticas o convencionales).

¿Se imaginan que también el Gobierno se dedique a husmear en nuestras miserias?

lunes, 4 de agosto de 2008

Los “morenos” y el guardia insobornable


¡Ya me extrañaba ver a un guardia tan difícil de sobornar! Estuvo a punto de convencerme. Con su gorra del G-2 (inteligencia militar), su cara de hombre duro, incorruptible, sus maneras de ogro…por un momento pensé que, al menos, era un monstruo coherente. ¡Pero qué va!

El domingo pasado estuve de paseo por el Sur y de regreso a la Capital, en el puesto de control de la provincia de Azua- durante la tradicional revisión en busca de haitianos ilegales- el militar pidió, como de costumbre, “la cédula de los morenos”.

Algunos “morenos”, no se sabe si haitianos, descendientes de haitianos o dominicanos negros sin ascendencia conocida, carecían de documentos o no los portaban.

Entonces se arma la del “no te menees” porque el guardia no quiere tomar RD$200 devaluados duartes y “dejar eso así”.

Los pasajeros se desesperan. Un hombre dice: ¡Cobrador habla con el guardia que lo que quiere es cuarto!
-¡Morenos bájense!, responde otro
-¡Morenos no se bajen, que son unos abusadores! , grita una doña
-No te bajes coño que ese guardia es malo y abusador, subraya una jovencita para dar ánimos a una “morena” que va a su lado.
Y el cobrador también se desespera: ¡Moreno habla con ese hombre!, le dice a uno de los pasajeros.

El hombre sale de la guagua. Conversa con el militar y aumenta sus argumentos. Los duartes, llenos de sudor, lo convencen de que no hay que exagerar y le da un chance al chofer, al cobrador y a los supuestos haitianos o a los negros dominicanos.

La guagua por fin arranca y como testigo silencioso del estigma hay un niño negro, posiblemente dominicano, hijo o nieto de haitianos, al que más de un pasajero se ha referido como “el petisito”.

Es un niño silencioso. No dijo ni una palabra cuando el guardia lo señaló. No se molestó con una señora que intentaba hacerse la graciosa: resaltaba una y otra vez que el niño era prieto como el cobrador.

El pequeño se limitó a dar las gracias a una doña que le ofreció restos de comida por sugerencia de un joven al que le daba pena el "morenito". ¡Ojalá que no sea guardia! pensé.

Imagen tomada de: http://blogcindario.miarroba.com/