sábado, 16 de agosto de 2008
¿Y si por esta vez no dejamos que muera la esperanza?
En febrero escribí sobre José, un hombre con el hilo de la cordura roto que andaba enfermo de indiferencia y triste por falta de solidaridad. José dormía en cualquier rincón, comía restos de basura y no contaba con asistencia médica.
Pero las doñas y los dones del barrio, junto a un cura, lo llevaron al hospital, le ayudaron con su tratamiento psiquiátrico y gestionaron una pequeña casa para que José fuera uno más en la comunidad. Las doñas le lavan la ropa, le llevan comida y sobre todo, le quieren. Poco a poco, la gente se ha acostumbrado al nuevo vecino.
Ahora José y sus amigos tienen una dificultad. José se va a quedar sin casa, porque su hogar era prestado. Será derribado para dar paso a una construcción. Me pregunto si alguien o si todos-incluyendo a las autoridades- podemos contribuir con algo para que no muera esta esperanza. La solidaridad es tan frágil como la cordura. Tal vez podemos ayudar a que en esta ocasión, ninguna de las dos se rompa. Quizá es hora de decirle a las doñas, a los dones, al cura y a José que no han perdido el juicio, que es cierto, que la solidaridad es posible.
Si se te ocurre alguna manera de ayudar, escribe a este correo manuel.jit@gmail.com. La persona a contactar es Jit Manuel Castillo.
Imagen del Centro Poveda
Etiquetas:
Historias de la vida cotidiana,
Solidaridad,
Villa Duarte
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