miércoles, 20 de agosto de 2008

El PODER siempre pierde


(Me perdonan este intento de literatura con reminiscencias de Kafka, a propósito de cambios)

Si tienes PODER, lo perderás. No importa si diriges el centro del imperio o la última esquina del último rincón gris, le dijo el anciano al joven jefe.

Si dominas el PODER, al final tendrás paz. Si el PODER te domina, los demonios de la soledad te comerán los huesos mientras se pudre tu carne, sermoneó el viejo sabio, mientras entregaba el despacho a su nuevo inquilino.

El joven, dios de dioses, se instaló en su oficina de oropel y desde allí dirigió el reino que le fue entregado: un mundo enorme se concentraba en el despacho grande que a él le pareció infinito.

Hizo grandes cosas y, todopoderoso al fin, escogió su camino a una gloria inventada.
Dirigía a un equipo de poetas que construía la felicidad. Para sentir que usaba el PODER, poco a poco les quitó el alma o los mandó a sacar de su Paraíso. En su mundo era el rey de un imperio.

Cuando llegaron las primeras arrugas, los Dioses Fuertes le pidieron que se bañara en el barro, que besara sus pasos y que se arrancara el alma y la paseara en una bandeja de plata. Todo lo hizo y todo lo entregó quien había perdido las razones de su corazón.

Sólo le quedaba la ilusión del PODER y a la ilusión se aferró. Los Dioses Fuertes le humillaban y ya no le quedaba ningún poeta a quien mandar. Unos se habían ido, a otros los había echado y unos cuantos permanecieron, ya sin alma, dispuestos a obedecerle en todo, así que no usaba la autoridad.

Los Dioses Fuertes decidieron, un buen día, echarlo del despacho inmenso y terminar con su cuota de PODER, pero él les pidió que lo mantuvieran allí, al menos para hacer los trabajos más sucios con tal de que le llamaran dios de dioses.

Asqueados, los Dioses Fuertes accedieron. Le concedieron el despacho con las paredes de oro, el celular blackberry, la computadora de último modelo y las villas impresionantes. Todo le dieron, menos lo único que le hacía feliz.

Vegetó algunos años, hasta que las almas de los poetas destrozados le hicieron orificios en su carne y le comieron los huesos. Al final, vuelto una goma, pidió que lo sacaran de su oficina e hizo su único acto de valor. Acudió donde uno de los Dioses Fuertes para decirle que recordara que el poder siempre pierde…
Imagen: http://redescolar.ilce.edu.mx/

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