martes, 26 de agosto de 2008

Vianco escribe sobre el incidente

Siendo las cuatro de la tarde del sábado 23 de agosto, me dirigí al hotel Hilton, donde se encontraba el cantautor Pedro Guerra. Lo encontré en el área del lobby junto a su esposa y manager de nombre Maria. Después de explicarle el interés de que me concediera una entrevista, Guerra me propuso que fuera al Teatro Nacional para hacerla, debido a que acababa de llegar del aeropuerto, procedente de Costa Rica e iba a descansar.

Según lo conversado, llegué a las siete al Teatro Nacional. Ya en la Sala Principal encontré que Luz García realizaba una entrevista con el cantante y me senté a un lado de la sala a esperar. Converse en ese momento con la esposa y manager del artista, quien me pidió que esperara un momento a que el artista terminara la entrevista e hiciera el chequeo de sonido. Le dije a la señora Maria que tenia mucho interés en la entrevista, pero que si las cosas se complicaban con el tiempo y no se podía realizar, lo entendería.

Cuando Guerra terminó la entrevista, salio del área de la sillería, momento en que, ya junto a el, la señora Maria me hizo una seña para que esperara. Así lo hice. Minutos después llego hasta mí un sujeto que se identifico como Jefe de Seguridad del Teatro y de nombre Rafael Vargas. (Después me entere que no era personal del Teatro Nacional, sino un espaldero con pistola de Centauro Segurity Group contratado por Symon Díaz).

Me pregunto en tono violento que buscaba sentado allí y le conté la historia de la entrevista. No me dejo hablar. Cada vez que trataba de explicarle el asunto, me interrumpía en tono violento. Le pedí que no se alterara para resolver la situación. Me respondió que no estaba alterado, pero esa respuesta me la dio mas alterado aun. Le dije que iba a llamar a Symon Díaz para que resolviera la situación, lo cual hice tres veces, pero no me respondió. Le dije que iba a llamar a alguien mas, a una persona que conoce a al sr. Symon Díaz y que podía ayudar a poner fin a la situación. Cuando la contacte, le pase el teléfono a Rafal Vargas, pero lo que hizo fue coger el teléfono, cerrarlo violentamente, lanzando una colección de improperios entre los cuales el mas decente era "tu lo que eres es un comemierda". Es posible que tu navegador no permita visualizar esta imagen.

Me dijo que los periodistas estaban prohibidos en ese lugar y que él, como Jefe de Seguridad, iba a hacer valer "como sea" esa prohibición. Le recordé que allí, minutos antes, había una comunicadora realizando una entrevista, lo cual vi que hizo con mucho profesionalismo. Fue entontes cuando me dijo que el me iba a sacar de alli a patadas.

Procedió a llamar por la radio a otro miembro de la seguridad (Josué Vargas), quien vino en un tono más agresivo aun. Sin mediar muchas palabras, tras recibir la orden de Rafael Vargas, me agarro por el cuello en tono violento, y con mucha violencia me paro del asiento, me saco al pasillo de la sala y allí, con su mano derecha apretándome por la nuca y retorciéndome el brazo izquierdo sobre la espalda, me arrastro como un animal desde la sillería de la sala, hasta la puerta del parqueo que da a la calle Pedro Henríquez Ureña.

En el trayecto, pasamos por una parte de la recepción y por el pasillo del lado que da a esa puerta, todo eso en forma violenta.

Imagínense el triste espectáculo de Vianco Martínez arrastrado como un perro por estos sujetos a la fuerza delante de la gente que llegaba al concierto. Sólo imagínenselo!

Nunca podemos olvidar que lo único que yo buscaba era una entrevista, la cual había coordinado debidamente. Yo no estaba allí haciendo nada indebido, nada ilegal, yo no estaba robando, no estaba maltratando a nadie, no le estaba faltando a nadie, no estaba alterando el orden.

Es muy triste todo lo que sucedió el sábado, toda la humillación, todo el ultraje, todo el maltrato físico!

El día mas triste de este país va a ser el día que un periodista no pueda realizar una entrevista con garantías de que no sera pateado ni ultrajado por espalderos con pistolas.

Como nota paradoja, la mañana de ese mismo día realice una interesante entrevista al renombrado músico cubano Paquito D Rivera –que es un caballero tratando a los periodistas que quieren escuchar su historia-, y por hacerla nadie me fue encima, nadie me humillo ni me arrastro ni pateo.

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