miércoles, 5 de noviembre de 2008

¿Y cuándo a nadie le importe?




La lectora, que se indentificó como Mela, ha escrito: “Soy blanca, mi ex es negro y mi hijo mulato. Cuando le llaman negro se olvidan del 50% de los genes que yo aporté”.




De todos los problemas del mundo, siempre me ha parecido curioso el “problema racial”. Si no fuera por las historias de esclavitud de comunidades formadas por personas negras, de la discriminación de grupos asiáticos y de blancos semitas; este “problema” daría risa.

Ya se sabe, los científicos lo han comprobado. Sólo hay una raza humana con distintos fenotipos porque a la vida y a la naturaleza les encantan la diversidad, las bellezas sorprendentes, los cruces espectaculares.

Ahora que Estados Unidos ha escogido a Obama, un presidente mulato (de padre negro y madre blanca) y estamos tan esperanzados en que “mejore” “el problema racial” que, para hablar claro, es el “problema cultural”, el “problema de educación de la sociedad” el “problema económico” de grupos humanos pisoteados por otros; leo el comentario de una lectora de el El País de España que me hace reflexionar sobre la importancia de estas discusiones sobre quién es un “negro puro” un “puro blanco”, un mestizo claro, oscuro, un mulato…un indiecito, un lavadito…

La lectora, que se indentificó como Mela, ha escrito: “Soy blanca, mi ex es negro y mi hijo mulato. Cuando le llaman negro se olvidan del 50% de los genes que yo aporté”.

Pensé que en parte tiene razón, que hay racismo en ciertos blancos que no se reconocen en un mulato, afanados por conservar una pureza que no existe porque todos somos mestizos.

Pero, luego me dije que habrá un cambio radical cuando “el tema racial” no nos importe en lo absoluto. Cuando en República Dominicana, por ejemplo, el cabello no sea “bueno o malo” y su arreglo sea sólo un asunto de estética personal, un tema trivial y no un detalle de vida o muerte para conseguir trabajo en un banco.

Porque, dígame usted, ya sabemos que el hijo de Mela es mulato, pero no sería más interesante saber si el hijo de Mela juega en el equipo de futbol del barrio, si le gustan las matemáticas o la literatura, si forma parte de una comunidad virtual de amantes de los unicornios para unirnos a su mundo loco….Pero, no. Sabemos que es un mulato, un dato del azar que nada nos dice sobre su persona y sin embargo y en el fondo, a muchos les importa tanto como el precio del arroz.

¿Y cuándo a nadie le importe si el hijo de Mela es mulato, blanco, negro o "amarillo"? El mundo habrá cambiado.

Foto: Obama, primer presidente "afroamericano" de Estados Unidos

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