domingo, 13 de enero de 2008

Para una mujer la solidaridad no alcanza



Riamny Méndez

En ese mundo bullanguero, sabroso, incómodo y cálido que es un carro público de Santo Domingo transitando por la avenida Méjico al mediodía; un hombre bonachón hizo la historia de una mujer que no encontró solidaridad mientras era agredida entre las gentes más solidarias… que ya se sabe, caminan por estas calles.

El hombre, que posiblemente vive, como muchos en esta ciudad, ayudando a damas y caballeros andantes, se lamentaba de que próximo a la calle El Conde una mujer caminaba tranquilamente cuando de repente… un hombre la golpeó, le quitó sus pertenencias y la insultó ante la indiferencia de los vendedores, los choferes, los transeúnte y de él.

Él que, según cuenta, en alguna ocasión ha corrido tras un ratero armado por recuperar la cartera de un extraño, no le dio apoyo a esa mujer, porque quien la golpeaba se identificaba como su marido y la humillaba, como se supone que debe ser tratada una amante infiel…

Ahora tiene cargo de conciencia, porque quien pudo haber muerto de insolidaridad aguda, no era la amante, ni la novia, ni la esposa de su maltratador. Era la víctima de un ratero inteligente que encontró la mentira más ingeniosa y efectiva para asaltar a una mujer.

Si nuestro buen hombre no se hubiera enterado de la treta, tuviera, como todos, la conciencia tranquila. La buena conciencia que nos permite dormir tranquilos mientras las hermanas, las sobrinas, las tías, las amigas, las desconocidas son golpeadas, insultadas, asesinadas o tratadas como ciudadanas de segunda y personas de tercera.

Imagen tomada de: pamplonica39.spaces.live.com a través de Google

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