martes, 13 de abril de 2010

¿Resentidos? No, agradecidos sociales

Dos niños, no mayores de once años, con sus cajas de limpiabotas en las manos, intentaron entrar al Parque Independencia el sábado en la mañana.

Un guardia les impidió disfrutar del parque. Los chicos y yo, que observaba la escena, nos enteramos de que está prohibida la entrada de limpiabotas. Los muchachos se marcharon. Entonces interrogué al guardia: “no pueden entrar a limpiar zapatos”, se limitó a repetir.

Ellos salieron cabizbajos y yo entré al parque, donde algunas personas leían el periódico, otras sostenían acaloradas conversaciones y un grupo de turistas se tomaba fotos en el Altar de la Patria sin que niños limpiabotas, ni vendedores ambulantes nos recordaran las miserias de la ciudad a los que aún tenemos el derecho de usar el espacio público para gozar de la mañana.

Cuando llegué a casa recordé una expresión que con frecuencia se utiliza para descartar cualquier protesta o queja de un grupo: “esos son unos resentidos sociales” y listo, fin del tema.

Que muchos se quejan porque no les permiten entrar por “negros” a una discoteca, pues bueno, no hay que hacerles caso, porque son resentidos sociales.

Que en un barrio la gente protesta porque no tiene energía eléctrica aunque la paga, mientras mira como, con descaro, en el barrio donde vive el funcionario ni siquiera es necesario usar los inversores, pues nada, que las quejosas o los quejosos son envidiosos del bienestar ajeno… que por cierto es pagado con los impuestos de todos.

Entonces pensé que cuando esos chicos que ahora gastan su infancia limpiando zapatos en vez de jugar a ser científicos, cantantes o actores y a los que un guardia echa de una plaza en vez de protegerlos, tendrán en el futuro muchas razones para quejarse.

Imagino que se quejarán de las oportunidades perdidas, de la pobreza, de las calles sin asfaltar, de la falta de electricidad, y sus quejas de resentidos sociales no serán válidas. Y nadie comprenderá por qué, con tantas razones para ser agradecidos sociales que les hemos dado, como esta pequeña lección del guardia, quien les enseñó que la vida es dura y que si tienes una caja de limpiabotas no puedes entrar a un parque en el cual la gente linda pasa su mañana de sábado lejos de resentidos sociales que le enturbien la paz.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Excelente reflexión.
Y yo añadiría, si un día, la energía de rechazos acumulados durante años por estos chicos, sale en forma violenta --como los tratan a ellos a impedirles disfrutar de algo que les pertenece y les hará bien--entonces diremos que son unos resentidos sociales y encima violentos. Así funciona la discriminación, que sólo ve el problema en aquellos a quienes le creamos el problema. Saludos y abrazos,
Peterson