martes, 5 de mayo de 2009

Un hombre de Bien






Llegó tres horas más tarde a casa. Besó a su mujer. Repartió seis mentas de guardia entre sus dos niños y descansó por cinco minutos en el sofá.

-Ayúdame a empujar el carro-dijo un vecino que siempre tiene un pretexto para joder el descanso del prójimo, mientras entraba, sin pedir permiso, por la puerta entreabierta de la sala.

El hombre no le explicó que por esta vez no deseaba ayudarlo, que tenía ganas de hablar con su mujer, de darle una gran noticia, de amarla hasta que el placer le rompiera el cuerpo. Le sonrió con una cara de bondad, casi pendeja. Convencido de su propia generosidad, hizo andar el viejo Toyota.

Sudado hasta los tuétanos regresó a su casa. Recuperó el habla. Le dio a su mujer, ya medio dormida, ojerosa, la gran noticia.

-Me aumentaron el sueldo, nos iremos a vivir a un residencial!
Ella, feliz, abrazó al excelentísimo padre y buen marido que la sacaría del barrio bullicioso en el que ambos habían crecido. Su marido, el muchacho más bueno de su generación, el gran estudiante, el destacado ingeniero, el dirigente comunitario, tenía éxito.

Orgullosa de su esposo, que no era un salvaje como los otros hombres del barrio, decidió contarle la historia de una turba que decapitó a un extranjero, a seis cuadras de la casa, mientras ella,asustada, escondía a sus hijos del horror.

-Menos mal que saliste tarde del trabajo, mataron a un extranj...-y él la interrumpió abruptamente por primera vez en su vida.

-Era hermano del desgraciado que mató a don Pedro, el de la panadería-gritó el ciudadano ejemplar, presidente de la junta de vecinos. Le enseñó a su mujer, sonriente, la foto de una cabeza sin cuerpo, que tomó con su celular, después de aplaudir la muerte.

Foto: Clave digital
P.D. ¿Cuántos hombres de bien había entre la multitud que aplaudía la decapitación de un haitiano en un crimen de odio?

1 comentario:

Desahogo dijo...

Hace falta un poco de Kant en las escuelas... "no se debe obrar por inclinación o placer, puesto que esto es propio de los animales, sino por el deber".
Hay que hacer algo de ambas partes por respetar las normas, que son los mínimos morales que hacen posible la convivencia.