jueves, 1 de septiembre de 2011

Insularidad mediocre




Las tristes batallitas de cada día: cruzar la calle en una cultura enemiga de los peatones, evitar la calle oscura si en ella va un hombre joven (triste estereotipo, joven atracador), las discusiones sobre política que se limitan a valorar quién es peor: Hipólito o Leonel...

Hoy cargo la parte más negativa de nuestra insularidad, esa que ahoga todo intento de trascendencia, entre la cháchara y el "dame lo mío".

Qué los escritores y pintores vengan a salvarnos, que nos enseñen el mar, que es horizonte y puente para llegar al infinito, que nos libren de la mediocridad que nos acorrala o nos digan la dura verdad: Estamos condenados al infierno.

Pero qué hagan algo. Hoy se me ocurre que solo ellos pueden salvarnos, evitar que en busca del pan de cada día, de la botellita de cada muerte, dejemos de ser humanos para convertirnos en sobrevivientes sin almas de una isla sin salida.