sábado, 1 de mayo de 2010

Por el derecho a besarse (a la francesa) en los parques



Si la Policía dominicana arrestara tantos delicuentes como besos interrumpe, sería la institución más eficiente del Estado. No hay parque, tal vez sólo el Jardín Botánico, en el cual los hombres de gris no se dediquen a promover la castidad de los labios, a interrumpir las caricas de adolescentes que aprenden a quererse.

Mis amigos, mis amigas y yo, fuimos víctimas de la odiosa persecusión cuando éramos jovencitos. Tenemos historias de besos interrumpidos en la avenida España, en la calle Las Damas de la Ciudad Colonial, en el Faro a Colón, en el parque Independencia, en el Mirador Sur...

Ahora nos reímos de esas anécdotas. Pero, sufrimos ante la idea de que pudieran arrestarnos y llamar a nuestros padres por "atentar contra la moral y las buenas costumbres". Temblamos ante la presencia de los hombres de gris, que sin embargo, nunca se han alarmado porque un civil exhiba una pistola en plena calle o porque una persona tire basura en la vía pública.

Tampoco se alarman por los machos armados, las vecinas voyeristas que desde las ventanas se escandalizan ante los besos de la "juventud perdida". Y si hieren castas sensibilidades la lengua que se extiende por otra boca, la saliva traspasa el labio, las manos inquietas en busca de las tibiezas del otro cuerpo; traen lágrimas las balas que hasta por accidente rompen cabezas y destruyen vidas.

LLevando las cosas al extremo, las caricias en los parques tienen algo en común con las procesiones de Semana Santa y otras manifestaciones religiosas en el espacio público: a mucha gente no les gustan. Pero, tanto lo uno como lo otro debe ser tolerado por quienes no pueden disfrutarlo.

En democracia, todos debemos soportar algunos feos espectáculos que hieren nuestra estética y en ocasiones hasta nuestra concepción del mundo, para tener derecho a dar los nuestros.

No me gustan las procesiones, pues prefiero las celebraciones religiosas serenas y a puertas cerradas, pero las tolero y no pongo mala cara cuando pasan por mi calle. Les ofrezco mi sufrimiento por los cantos desentonados a cambio de su asco y su moral herida por los besos en los parques. Sacrificio por sacrificio.

2 comentarios:

Rossymahal dijo...

El otro día mi novio y yo esperábamos un taxi, a la salida de un residencial y el vigilante nos dice "hey, o dejan la inmoralidad o esperan del otro lado del portón", como si estuviésemos haciendo algo sumamente indecente.

Riamny Méndez dijo...

Sí, es como una persecusión contra la felicidad. Yo no entiendo.