domingo, 6 de diciembre de 2009

Asustada



El sábado a las 12:00 de la noche, camino a casa, vi a un hombre que disparaba sobre el asfalto del puente Duarte desde una motocicleta en marcha.

Asustado, el taxista aceleró el automóvil para evadir los disparos del hombre. “Parece que está borracho”, dijo. Yo subí a toda prisa el vidrio de la ventanilla. Después pensé: "ese gesto no nos salvará de una bala en una goma”.

Cuando llegué a casa tardé en conciliar el sueño. En la mañana otro susto me despertó. Una mujer gritaba como desesperada “policía, policía”. Volví a dormir, pensé que era una pesadilla. A media mañana, dos vecinos me informaron que unos hombres intentaron asaltar a una mujer en un carro y ella logró pedir auxilio a los policías del destacamento que se encuentra cerca de mi edificio. Me alegra saber que la rescataron. No sé, por el momento, mayores detalles.

Luego, como suele ocurrir en estas conversaciones, los vecinos iniciaron un recuento de hechos violentos ocurridos recientemente. Me informaron que hace pocos días cerca de nuestro edificio asaltaron a un vendedor de frutas y yo recordé otro montón de casos, pero no quise sumarme al conteo.

“No se podrá salir a la calle”, dijo un vecino. Respondí: “Habrá que mudarse de este barrio”. Ahora pienso ¿a dónde?

Una amiga residía en Invivienda, un barrio popular, y se mudó a un residencial seguro del polígono central. Al residencial y no a su casa de Invivienda entraron los ladrones.

En mi familia, han asaltado al menos a cuatro personas, incluyéndome y al menos siete de mis colegas, amigos o conocidos han sufrido algún robo o asalto.

A una mujer, hermana de una amiga muy querida de mi familia, la mató el ex marido hace unos tres años y en una simple discusión por asuntos laborales un hombre, conocido de un gran amigo, fue acuchillado hace unas semanas.

Si no nos mata un delincuente, nos matará la violencia de quienes en teoría no son identificados con ese mote, pero… pegan y matan.

Podemos mudarnos a edificios seguros, pero, alguna vez tendremos que salir de nuestra guarida, e incluso en esos refugios puede esconderse una violenta persona decente.

Se supone que eventualmente cruzaremos el puente Duarte o caminaremos por la avenida 27 de Febrero. Esta es nuestra ciudad y la perdemos, nos la quitan los asaltantes, los que se emborrachan y salen a disparar en plena vía y los violentos que en teoría son “decentes”.

No recuperaremos la ciudad con “mano dura” ni con intercambios de disparos. El método ha fracasado hasta ahora. Hay que mirar al fondo, al fondo al fondo, donde esta sociedad hiede, hiede, hiede a pus por una infección que ojalá tenga remedio.

El optimismo desmedido no es lo mío, pero lo ético y lo importante es actuar. ¿Qué podemos hacer? ¿Esperar que se nos pegue un tiro?


Imagen de Goya, Wikipedia


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