domingo, 11 de enero de 2009

¿Llegará mi carta?



Con tanto lío y tantas tristezas no había podido contarles mi encuentro cercano con el correo nacional, pero aquí les va.



RIAMNY.- Señora, ¿es que ya no pesan las cartas?, pregunté con seriedad, como una adolescente a una bibliotecaria, mientras le daba el dinero.

OFICINISTA. -Sí, joven, es que aquí se robaron la balanza. Cuando llegué esta mañana ya no estaba.




Siempre he tenido una idea romántica de las oficinas de correo. Cuando era adolescente me encantaba ver los sellos, los oficinistas que parecen encerrados en un mundo de secretos de enamorados y sí, ríanse, la balanza donde se pesan las cartas. En parte por esa fascinación envié varias cartas a una amiga de Tamayo y a un amigo que residía en Puerto Rico.

El pasado 30 de diciembre, fui, luego de años de ausencia, al lugar de mis nostalgias: necesitaba enviar una carta a España y llegué a la oficina de correo ubicada en la avenida 26 de Enero de Los Mameyes, en Santo Domingo Este, como quien regresa a la casa materna. Estaba ansiosa y feliz.

Por un momento todo fue como lo había imaginado… La oficinista taciturna, el silencio, los archivos…

Pero, una vez entregada la carta, espere unos minutos a que pusieran mi sobre en la balanza. No había balanza. Entonces, palabras más, palabras menos, la oficinista y yo tuvimos esta conversación:

OFICINISTA. -Son 55 pesos.

RIAMNY. - Señora, ¿es que ya no pesan las cartas?, pregunté con seriedad, como una adolescente a una bibliotecaria, mientras le daba el dinero.

OFICINISTA. -Sí, joven, es que aquí se robaron la balanza. Cuando llegué esta mañana ya no estaba.

RIAMNY . -Pero, ¿cómo se la robaron?

OFICINISTA. -No sé, parece que entraron los ladrones en la noche.

RIAMNY. -Ah, ¿y forzaron las ventanas?

OFICINISTA. -No vi nada forzado, pero esas ventanas son muy fáciles de abrir, usaremos la bóveda de ahora en adelante.

RIAMNY . -Ah…¿Por eso usted le estaba como tomando el peso a mi carta con las manos?

Ella asintió. Y me marché un poco desilusionada. Pensé que el gesto de alzar delicadamente la carta, era, no sé, parte de la atmósfera romántica del correo, no una necesidad impuesta por los ladrones.


P.D. Dedico este escrito al Instituto Postal Dominicano, con cariño. Y ruego al Señor que mi carta llegue a su destino.

1 comentario:

alinitaxula dijo...

jor ojalá llegue tu carta....
aprovecho para enviarte un saludo caluroso pues aquí hace mucho frior jeejej y desearte un feliz año ejjeej
saludos desde mi cachito particular de Santiago de Compostela
alinita