Por una cosa o la otra el río Yuna se muere. Medio Ambiente no lo ha tomado en serio y muchos en Bonao quieren repartirse el pastel de sus agregados, de sus aguas o del capital político que conlleva dar discursos grandilocuentes sobre proyectos para salvar el río de manera sostenible y sustentable. Amén.
Si con los daños que sufre el Yuna se sigue el curso de análisis, propuesta y acción que se acostumbra para enfrentar todos los grandes problemas nacionales, cuando se quiera aplicar alguna solución, el río será un recuerdo y sólo se podrá hacer un monumento al buen Yuna que hemos perdido. Por supuesto, un periodista también hará un bello reportaje nostálgico sobre lo que pudo ser.
Supongo que pasarán cinco años antes de que se tome alguna decisión. Un año después, habrá un grupo de “discusiones sectoriales” sobre las nuevas corrientes ambientales en el contexto dominicano y la opinión de todo el que tenga algo que decir, incluyendo a quienes han violado todas las leyes ambientales del país (Dos años de retórica).
Más adelante se le pagarán “todos los cuartos del mundo más 20 pesos” a un técnico súper calificado para que haga una memoria y una evaluación de los encuentros. Un desperdicio, porque el técnico debería estar trabajando para mejorar el río y ese informe lo hago hasta yo.
Como es lógico, otro grupo de genios hará un informe técnico en base al informe anterior que dirá más o menos lo que dicen todos los informes que se han hecho desde los años 70, pero adaptado a las nuevas corrientes, algunas de las cuales son más viejas que la raquiña. El susodicho documento estará escrito en una jerga técnica que habrá que traducir al cristiano con el auxilio de 20 enciclopedias.
El informe será analizado por cuchumil personas, incluyendo a los más terribles depredadores. Intervendrá el mismo presidente de la República para “mediar en el conflicto” y buscar una solución ganar ganar, al mejor estilo Harvard. Finalmente se hará una propuesta de normativa y algunas recomendaciones, entre ellas ¡que se aplique la ley vigente!
Dos años después algún periódico publicará un reportaje en el que se denuncia que no se cumplieron con las recomendaciones de los técnicos.
Cinco años después, ya saben… el reportaje nostálgico sobre el río que se perdió para siempre en una sección de lecturas, en la página cuchucienta, lejos, bien lejos de la actualidad.
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