martes, 4 de marzo de 2008

La patria es un mundo desconocido



Las patrias son mundos amplios y desconocidos, incluso en esta isla pequeñita, compartida por dos países envueltos en un tiempo circular, más circular que el que vivió Aureliano Buendía en Macondo.

Entre la “laptop” y el último programa informático me llega el apagón, como hace 20 años le llegó a una mujer intentando escribir una carta en su máquina Olimpia, y me resigno a no seguir trabajando.

Luego pienso que tengo suerte. Quienes estamos entre el apagón y la computadora vivimos en una burbuja de cristal, en el lado más frío del infierno, en la parte dulcemente surrealista de nuestra tardía modernidad o en la esquina rota de la posmedernidad…

El Siglo XXI ha encontrado sin letrinas a ciertas cuadras de los barrios de la zona norte del Distrito Nacional. Allí la preocupación no es el último virus informático, si no la lluvia que llevará inundaciones cargadas con lo que todavía la modernidad no arrastra en sofisticadas tuberías inventadas antes de que fuéramos “modernos”

Retomando el tema…la patria es esta familia, estos afectos, el arroz con habichuelas, la foto de Duarte, un parque en un pueblo bullanguero.

El callejón sin letrinas no es mi imagen de patria, ni el callejón de Guachupita donde vive una mujer sola, viendo pasar los días en una casa echa de viejos bloques, zinc y milagro y no creo que esté en los lindos apartamentos de la avenida Anacaona…

La patria tampoco es la sucia esquina de la “Duarte con París”. Nunca he pensado en esa patria al escuchar el himno…no lo sé, la patria es una bandera, un himno, una historia memorizada como un cuento de malos y buenos-de los que todos somos herederos, naturalmente los malos no dejaron nietos- y varios himnos.

¿De donde soy realmente? De la patria menos terrible que Guachupita, menos encantadora que Gazcue…

La memoria es dulce. Mi patria está llena de alegres cenas familiares en casas de amigos y parientes. Pero vengo de un pueblecito donde la emigración de mujeres a España para sobrevivir, junto al machismo de los hombres, nos ha llenado de cenas tristes; de adolescentes que la escuela apenas ha podido alfabetizar, pidiendo la felicidad con celulares y joyas comprados con “sangre, sudor y lágrimas” en el otro lado del charco. Pobres niños que por “chatear” creen que manejan una computadora, aparato que rara vez utilizan para producir conocimiento, soñando con ser obreros en Europa.

Algunos días la patria es una bandera que representa un mundo desconocido aunque lo vea una y otra vez, una serie de recuerdos selectivos y la excusa perfecta para grandes consignas que pensándolo bien, no han alcanzado ni para hacer los sanitarios que faltan…

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