martes, 16 de junio de 2009
Ética en los negocios
Construir la prosperidad sobre el desprestigio ajeno. Ese parece el lema de la administradora o propietaria de un negocio de venta de picaderas al que un amigo y yo entramos por error, mientras intentábamos ubicar el local de su competencia, que se encuentra a pocos pasos del suyo.
“Este es mejor. Nosotros nos trajimos al chef de ellos, al maestro, y los nuevos dueños ya no se ocupan del negocio. Quedan unos empleados que no saben … Nosotros tenemos la higiene, la calidad”, nos dijo- palabras más, palabras menos - la mujer luego de regañarnos, con razón tal vez, por aparcar el carro frente a su local.
Mi amigo le pidió disculpas por estacionarse en su parqueo y le comentó que nosotros creíamos que los estacionamientos eran compartidos por los dos sitios. Después le explicó que sólo estábamos haciendo un encargo de mercancía, momento que ella aprovechó para lanzar su veneno.
Me desagradó tanto su actitud...Nunca compraría su comida, aunque soy una empedernida probadora de los sazones de la ciudad, una especie de turista gastronómica de los más locos rincones de la comida popular. Le temo más a su mala fe que a la ameba.
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