viernes, 13 de febrero de 2009

Lo que me dejó “La breve y maravillosa vida de Óscar Wao”



“En cualquier otro lugar del mundo su promedio de bateo triple cero con las muchachas podía haber pasado inadvertido, pero se trataba de un machito dominicano, de una familia dominicana: se suponía que fuera un tíguere salvaje con las mujeres, se suponía que las tuviera a dos manos. Por supuesto que todo el mundo se dio cuenta de sus fracasos y como eran dominicanos, todo el mundo los comentó”. Un paquetón de familiares lo aconsejó”.



Sólo comento los libros en los cuales hay personajes que meses o años después de conocerlos, me martillan la cabeza, me despiertan sobresaltada, me asaltan en los carros públicos o me hacen reír en el trabajo.

Oscar Wao es uno de esos amigos que me he encontrado en las páginas. ¡Pobre nerd! Entre nosotros no hay espacio para los excéntricos. Los dominicanos, que compartimos las excentricidades más alocadas, sólo soportamos las locuras compartidas, las individuales nos molestan mucho.

Por esa razón, una familia dominicana típica no puede tolerar que su hijo se convierta “en el pariguayo del barrio” en el antí macho. A esa intolerancia súmele la presión de grupo y tendrá usted un coctel para crear la infelicidad de cualquiera o para forjar un carácter de hierro, que todo puede ocurrir.

Y fue un dominicanyork, hijo de una familia dominicana de la diáspora quien nos enrostró en la cara estos defectos.

Subrayé un párrafo del libro y sus ideas me han perseguido por meses. Lo leo otra vez y pienso en defectos y crueldades que contribuye a crear nuestra cultura: machismo, intromisión desmedida en la intimidad de los otros (y de las otras ni se diga) y presión de grupo para impedir cualquier pequeño acto de libertad.

Al final de este escrito encontrarán uno de los párrafos que más llamó mi atención sobre Óscar Wao. Aunque quizás lo mejor de la novela, a mi juicio, son sus personajes femeninos (pero ese no es el tema de esta clase, como decía el comercial). A los que la leyeron, les recuerdo estas líneas y a los que no, les dejo abierta la invitación. Creo que no hay dominicano que no se reconozca al menos en una línea de la novela. A lo mejor conocemos por ahí algún Oscar Wao, un antí macho, al que le jodemos la vida.

“En cualquier otro lugar del mundo su promedio de bateo triple cero con las muchachas podía haber pasado inadvertido, pero se trataba de un machito dominicano, de una familia dominicana: se suponía que fuera un tíguere salvaje con las mujeres, se suponía que las tuviera a dos manos. Por supuesto que todo el mundo se dio cuenta de sus fracasos y como eran dominicanos, todo el mundo los comentó”. Un paquetón de familiares lo aconsejó”.

(Díaz, Junot. La breve y maravillosa vida de Óscar Wao (Traducción de Achy Obejas).Grupo Santillana. República Dominicana.2008)

Nota: Imagen tomada del blog Frank Invita

1 comentario:

Anónimo dijo...

En este país habrán pocos o ningún premio Nobel, pero en machismo nadie nos gana.