miércoles, 2 de abril de 2008

El derecho a ser distraída y no ser asaltada

Asaltada por tercera vez, me niego a encerrarme en casa. Tengo derecho a transitar por la ciudad sin paranoia, sin cuidarme de las sombras y de los miedos. Recriminada por andar despreocupadamente en cualquier calle, reivindico el sagrado derecho a ser distraída.

Me niego también a dejar de visitar ciertas zonas de mi barrio o de la ciudad por menos exclusivas que sean. Abandonar los espacios por miedo es dejar de ejercer un derecho ciudadano y lo digo apenada y aterrada por el último asalto.

El lunes a las 3:00 de la tarde, andando muy distraídamente por una acera de la calle Real de Villa Duarte, camino a casa de un amigo, luego de un día perdido haciendo gestiones en bancos comerciales, un jovencito, creo que adolescente, me quitó la cartera o mejor dicho se la entregué, previa amenaza de golpearme.

El chico salió corriendo y subió a un motor donde lo esperaba otro jovencito. Así se dieron a la fuga, supongo que a esconderse en alguno de los callejones donde les ha tocado subsistir.

¿Qué hacer? De momento, yo seguiré visitando a mi amigo en su casa, en su calle, si el miedo me lo permite. ¿Qué harán ellos? Seguir robando, sobrevivir.

Aunque en principio tenía ganas de matarlos, ahora sólo siento pena por los pobres chicos. Debe ser duro asaltar como forma de vida. Peor para ellos si pueden dedicarse a otra cosa y sólo han aprendido a escoger lo peor. ¿Qué familias, que clubes, que amigos, que comunidades fallaron? ¿Qué islas de falsa seguridad estamos creando en una ciudad cada vez más excluyente?

He pensado que ellos y yo, al fin de cuentas, sólo somos víctimas de la ciudad.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Me encanta que haya gente dispuesta a reivindicar un derecho que suele ser usado por la sociedad irresponsable para hacer sentir culpables a las víctimas.
un saludo,
Peterson

Anónimo dijo...

Hey Criatura !
Somos colegas. También me han asaltado ya tres veces, con la consabida pérdida de documentos. La última vez tuve que desembolsar 1,000 lágrimas en la JCE para obtener un duplicado de la cédula, aparte de todos los números del celular y un largo etcétera. Eres optimista, porque a mí lo que la experiencia repetida me dejó fue un hondo sentimiento de impotencia. Con respecto a los ladrones, siempre hay opciones. Roban los de arriba, roban los de abajo y los del medio, nos jodimos.

Anónimo dijo...

El derecho a ser distraida y no ser asaltada? y ese titulo? en la calle ande pendiente no se distraiga. seguro te pregunto la direccion y le diste la cartera.