Por primera
vez vivo en otra lengua, en otro idioma.
Resido en Estados Unidos desde hace dos meses: estudio, compro, pido favores y converso
sobre temas irrelevantes o sobre sentimientos, en inglés, en un entorno que no conozco.
De cuando en cuando me asaltan las dudas: ¿Logro
comunicarme? ¿Comprendo lo que ocurre a mi alrededor? El problema empieza
cuando terminan las clases y comienza la vida común; cuando la preocupación no
es el uso de un verbo o la comprensión de un texto sobre el sistema de salud
pública, sino el complejo mundo de las relaciones humanas.
Con frecuencia me
pregunto qué tan efectivas son mis conversaciones con los demás, sobre todo
cuando hay ciertos matices, bromas o sentimientos en ellas. Y esto ocurre tanto si el inglés es la lengua materna
de mi interlocutor, como si lo aprendió, al igual que yo, como segundo idioma.
Hace unos días
intentaba explicar a una persona muy especial cuán agradecida estoy por su
ayuda, sin la cual no habría logrado sobrevivir estos dos meses como estudiante
extranjera. Durante la conversación, de
repente pensé: ¿Transmito los sentimientos que quiero expresar? ¿Y si hablo
hasta volverme empalagosa? ¿Y si hablo tan poco y de un modo tan formal que
parezco fría y distante ante alguien tan generoso y noble? ¿Cuáles son las
palabras apropiadas para esta ocasión?
¿Y qué pasa con
las bromas? Si los límites entre lo gracioso y el mal gusto son borrosos en tu
propia lengua, cuánto más en otro código de palabras, referencias, tradiciones
y contextos interpretado a su vez por
gente de culturas distintas.
Recuerdo que un
hombre trataba de hacer cierta broma que me pareció impropia, pero no estaba segura del significado de una
palabra, y la situación no se prestaba para pedir aclaraciones. Entonces mi mente empezó a especular: ¿Se
trata de un chiste? ¿Dice algo ofensivo o no capto los distintos matices de la frase? En vez de responder directamente, enojarme y
crear, quizás, una Torre de Babel hecha de malentendidos, cambié el curso del
diálogo de una forma elegante (creo).
Pero en otra
ocasión alguien bromeó sobre un tema tan importante para mí, que no pude
tolerarlo. Enfrenté a la persona, que también usa el inglés como segunda
lengua. El resultado fue un malentendido tras otro. A su juicio le insulté de
una forma inaceptable para su cultura e interpretó que le atribuí una cualidad
que con toda seguridad no posee. Pienso
que no lo hice, pero el silencio de los demás sugería que había pasado cierto
límite (o eso interpreto ¿o mal
interpreto?). Creo que en general ellos
tienen la percepción, quizás equivocada, de que soy tierna y muy correcta,
supongo que en parte por el hecho de que mis habilidades para expresar enojo y
para el sarcasmo, la ironía y el doble sentido son limitadas en inglés, y en
parte porque no soy tan mala gente y tengo buen carácter (JEJEJE).
Sea cual sea la
situación, hoy solo me resta tomar la vida con un poco de humor y aclararle a
mi nuevo amigo que no quise insultarlo, y que a lo mejor el inglés nos jugó a ambos una mala pasada. ¿Podré hacerlo sin que nos caiga encima la
Torre de Babel?
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